PRIMERA JERARQUÍA ANGELICAL
Jerarquías Supremas
Serafines: (Significan aquellos que arden)
Arden continuamente de un amor divino que rebosa de la dulce llama del amor verdadero sin nunca jamás apagarse. Son ardientes, queman en sí y encienden a los demás en el fuego divino del amor. Están en pie en la fuerza del amor fijo e inconmesurable de Dios, porque no pueden separarse del objeto amado. Operan lanzados por un amor perenne, porque se vuelcan en el amado y solicitan, con fuerte reclamo, la continua y dinámica acción de la gracia, despertando por don divino y a través de Dios a aquellos que se han debilitado en el amor.
Querubines: (Significan plenitud de conocimiento)
Después de los Serafines, penetran de cerca los misterios divinos y saben comunicar abundantemente a los otros la luz de la Divina Sabiduría recibida. Reciben la iluminación de la sabiduría y, alumbrados por este don, conocen a Dios. De la luz contemplan la belleza y esta iluminación divina se trasnsmite después gradualmente a los demás.
Ezequiel narra que los Querubines movían las alas, las distendían haciendo un golpe con ellas, y se cubrían (Ez. 10). ¿Qué se manifiesta con las alas, si no el reposo de la contemplación? "Se oyó el ruido de las alas de los Querubines, como la voz del Omnipotente Dios". Y ésta es la especie de la contemplación que se llama elevación de la mente. Cuando está el alma debilitada por las pasiones del corazón, y oprimida con frecuentes suspiros, escucha por revelación, en sí misma, la voz de Dios que le habla.
Tronos:
Gozan de una paz imperturbada, colocados en torno a Dios Altísimo de manera segura y estable. Estos ángeles superan a otros por la gracia de su belleza, en la cual, por un don de benevolencia, la admirable Divina Majestad ha elegido residir pacíficamente.
Sobre los Tronos se sienta "Aquel que enjuicia, el justo... y de cuyo dictamen proviene el juicio" (Sal). Esta orden consiste en la imposibilidad de faltar a la verdad del juicio y tienden, a través de lo alto, al esfuerzo de adaptarse en todo y para todo al Juicio Divino.
Éstos, por lo tanto, colman de la luz del juicio, trasmiten a los inferiores los juicios divinos. No solo reciben los rayos de la luz del justo juicio a ellos infundida, sino que, para poder recibirla se abren y se dilatan con una fuerte expansión de su ardiente deseo, de modo tal que, por los dones recibidos, sirven al Señor en el cumplimiento de su misión que consiste, precisamente, en manifestar el justo y recto juicio.
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